NOMBRE
I. Época antigua y medieval. Los sofistas trataron a menudo el problema de la naturaleza del nombre, ὄνομα se trataba de saber si un nombre es «por ley» (νόμῳ), «por convención»; o bien si es «por naturaleza» (φύσει). Los sofistas se inclinaban hacia la primera opinión: un nombre no designa por su propia naturaleza la cosa; la designa porque se le hace designar la cosa. Es la tesis posteriormente llamada «nominalismo» (o uno de los aspectos de esta teoría). Hermógenes, personaje del Cratilo platónico, que representa en el diálogo las opiniones de Heráclito, estimaba que los nombres son justos por naturaleza, pero se hallan en constante cambio, como todas las cosas. Platón rechazó las opiniones de los sofistas y las de Hermógenes: los nombres son a la vez convencionales y constantes. Las cosas tienen una naturaleza fija y el nombre es adoptado para expresar esta naturaleza. Para Platón, el nombre es un órgano (Cratilo,