PERSUASIÓN
Los sofistas griegos daban gran importancia a la persuasión, πειθώ (por lo demás, πειθώ era personificada por los griegos como una diosa, a la que correspondía la latina Suada). Con el fin de persuadir (πειθώ, en la voz pasiva πείθομαι = «obedecer»), es decir, de convencer al oyente o al interlocutor de que lo que se proponía o decía debía ser aceptado, los sofistas desarrollaron grandemente las reglas de la discusión y de la retórica. Al practicarse el arte de la persuasión en detrimento de la verdadera demostración (que conduce no a la persuasión, o no sólo a la persuasión, sino a la certeza), y al sacrificarse de este modo la verdad de lo dicho a la aceptación de lo dicho, se producía una situación contra la cual reaccionó Platón en sus numerosos ataques a la sofística. Sin embargo, el propio Platón llegó oportunamente al convencimiento de que no se puede descartar el arte de la persuasión como un