ADMIRACION
Las dos más famosas sentencias sobre la admiración se hallan en Platón y en Aristóteles. Platón (Theait., 155 D) pone en boca de Sócrates las siguientes palabras: «Bien veo, estimado Teeteto, que Teodoro comprendió tu verdadera naturaleza cuando dijo que eres un filósofo, pues la admiración es lo propio del filósofo y la filosofía comienza con la admiración. No era mal genealogista quien dijo que Iris (el mensajero del cielo) es hijo de Admiración [Maravilla Θαῦμα].» Aristóteles (Met., A 2, 982 b 11 sigs.) escribe que «la admiración impulsó a los primeros pensadores a especulaciones filosóficas» y también (ibid., 983 a 12 sigs.) que «el comienzo de todos los saberes es la admiración ante el hecho de que las cosas sean lo que son». En vez del término ‘admiración’ pueden usarse los vocablos ‘asombro’ y ‘extrañeza’. Para Platón y Aristóteles, no hay filosofar sin admirarse, asombrarse, maravillarse, extrañarse,