CÍNICOS
La llamada escuela cínica recibe, según algunos autores, su nombre del vocablo ‘perro’ (κύων), entendiéndose que los cínicos consideraban este calificativo como un honor. Según Diógenes Laercio, precede del hecho de que Antístenes —usualmente estimado como el «fundador» de la «escuela»— daba sus enseñanzas en el Cinosargo, un gimnasio situado en las proximidades de Atenas. El sentido peyorativo que adquirió la palabra muy posteriormente se debe, en gran parte, al desprecio en que tenían los cínicos las convenciones sociales, y en parte a los adversarios de la escuela, sobre todo desde que algunos de sus «miembros» abandonaron el rasgo ascético y se inclinaron al hedonismo. Pero, en general, el cínico era estimado como el hombre a quien las cosas del mundo eran indiferentes. Epicteto llega a decir que es difícil ser un cínico. Y Juliano el Apóstata establecía una distinción entre los verdaderos cínicos, a quienes hay que imitar, y los