ALEGRÍA
La alegría ha sido considerada por muchos filósofos como una de las «pasiones del alma». La alegría se contrapone a la tristeza, pero no necesariamente al dolor (del mismo modo que la tristeza se contrapone a la alegría, pero no necesariamente al placer). La alegría ha sido concebida de muy distintas maneras. Para San Agustín se trata de un estado del alma en el cual ésta se halla, por así decirlo, «colmada». Al referirse en las Confesiones a su madre, Santa Mónica, cuando ésta tiene noticia de la definitiva conversión de su hijo, indica que la alegría y goce que experimenta es como una exaltación y un triunfo —gaudet— exaltat et triumphat. La alegría no es, pues, aquí mera satisfacción: es lo que más se parece a un talante o temple de ánimo. Muchos filósofos han relacionado la alegría con la posesión de un cierto bien, o con la representación de su posesión efectiva o posible. Así, Descartes: «La consideración del bien presente