VERDADES ETERNAS
La noción de «verdades eternas», tal como ha sido admitida y usada por varios pensadores, puede hacerse remontar a Platón, pero es más propio empezar con Filón y, todavía más propiamente, con San Agustín. En efecto, puede distinguirse entre la noción de «verdades eternas» y otras nociones afines como las de «nociones comunes», «ideas innatas», «axiomas», «hechos primitivos», «principios evidentes», etc. —todas las cuales, además, se distinguen entre sí, como hemos visto en parte en el artículo Nociones comunes al distinguir entre éstas y las ideas innatas—. Todas estas nociones, incluyendo por tanto la de «verdades eternas», tienen en común el presuponer que hay una serie de proposiciones, principios, «verdades», etcétera, que son inconmovibles, absolutamente ciertos, «universales», etc. Pero la noción de «verdades eternas», por lo menos tal como se ha usado y formulado en la expresión latina veritates