PRUDENCIA
En la doctrina clásica, originariamente platónica, de las cuatro virtudes luego llamadas «cardinales» o «principales» (véase Virtud), la prudencia es una de ellas. El término ‘prudencia’ traduce el vocablo griego φρόνησις, que a veces se traduce asimismo por ‘sabiduría práctica’. Platón (La rep. IV, 428 a y sigs.) afirma que la prudencia es un sano juicio que no afecta a ninguna actividad determinada, pero sólo porque se aplica a todas las materias humanas. Por eso la prudencia es la virtud propia del gobernante. La prudencia es la virtud del que es moralmente juicioso o sano, σῶφρον, y se opone a la locura, ἀφροσύνη. Aristóteles (Eth. Nic. VI, 5, 1140 a 25 y sigs.) indica que la prudencia no es ni un conocimiento (o ciencia) ni un arte —ya que hay que distinguir entre la acción y el hacer—; es un estado (o capacidad), esto es, un hábito verdadero y razonado «para actuar según lo que es bueno o malo para